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11/26/2011

Las calles de la Habana


Sale el sol y ¿qué pasa
al otro día o mañana
en las calles solitarias
de la Habana?
Pasan los tranvías, sí,
pasan por mi senda
angosta la vida,
pasa el sonámbulo
por la puerta y silencia;
la tierra salta o se oculta
sin dejar de ser huella,
en el sitio vacío y cruel
de los dioses.

Nada se queda inmóvil
ni la piedra que clava
un joven en sus manos
mugrientas…
Nada y todo inquieta
mi vista, mas se cuida una
del murmullo de las calles;
mi sombra se enjaula
en la maleza, escuchando
el ruido del mar invisible,
lento, súbito frente al reír
discreto de mis pisadas.

Despiertan y saludan
las margaritas de la tierra,
surge la garza de su nido
de plata y queda en vela;
su dormir sobre el árbol
de seda brota y espera
a que pasen las jornadas
de hambre y perduren
los hijos de la esperanza.

Alguien me pregunta
qué ha sido de mi danza
y de todo lo mío por pasar,
del éxodo por regresar,
del retorno o la vuelta
del otoño encapotado
de mi noche;
del instante sin nombre,
traspapelado en mi archivo
sin luz, de tantos vestigios
idos, de algún pedazo
de mi huyendo las calles
de la Habana.
       
            © Copyright/USA
                 Prohibida la Reproducción total o parcial,
              por cualquier medio, sin la autorización de la autora.
ISBN 1-933439-04-4

3 comentarios:

  1. Como siempre estremecedor, poético, y esperanzador...
    un abrazo.

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  2. Maria,que bonito, me encanto tu poema.
    Un abrazo,
    Raul de Peraza desde Cuba

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