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10/01/2011

A veces las tardes...

A veces las tardes
ya no se escuchan
y dejan un olor
a hierba congelada
en la sal del olvido.
Ojalá que volvieses
a rasgar el camino
con la punta
de tu zozobra;
las cáscaras dejadas
por tu ausencia,
sobre el concreto
ya caminado, se han
ido con tu voz.
A dónde fueron
las pisadas sino
al río que da al mar
y su bonanza;
la quiebra de la luz
reflejó el silencio,
las horas pasadas
de tiempo, la falta
de palabras, la sed
del andante perdió
el control y se fue,
se fue, se fue
por la pendiente.
Umm…
¡Qué frialdad tan
latente la tuya!
después de revelar
la dicha y las veces
que  viste al adiós
venir y no te afectó
el llanto o el amor
gemebundo y fiel
destrozar mi alma.
A veces las tardes
me recuerdan
el olor a hierba
congelada…

© Derechos Reservados/USA
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ISBN 1-933439-04-4