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3/19/2011

Tengo y no tengo



Tengo más tiempo en mis manos,
pero no tengo un lapso para amar,
para hallar y compartir la alegría
y la paz que merezco.

Tengo un terruño pero no tengo
arreo, ni un arroyo para llevar
de un lado a otro mi canto: verso,
coro, himno o un Salmo hebreo.

Tengo más noches llenas de luz,
pero menos paños para secar
mi llanto, menos sueños,
más certezas, más recuerdos
sobre mi mesa…

Tengo más lumbre interna
y menos promesas enlazadas
a mi paso, un ocaso perdido;
tengo viajes torcidos o idos
 por las grutas del silencio.

Tengo vida, mas tengo un peso
labrando mi huerto; no poseo
alimento pero gozo de aliento
para sustentar mi cuerpo.

Tengo un amanecer soleado
pero y no tengo un foco
para alumbrar mi techo;
tengo arroyos mas no hallo
 agua para asear mi camino
lleno de abrojos falsos.

No tengo un abrazo pero tengo
un verso, tengo un espíritu claro
y un corazón honesto ¡libre!
¡libre! dentro de mi pecho.

Escucho un eco en mi ser
que dice: “persiste, persevera”
—todo pasa y todo llega,
nada tarda, nada ciega—.

No exijo cosas, pero a la vez
no tengo nada que desespera;
lo que tengo es bueno: serena
la mirada, una copla callada
y una isla perdida en el Golfo.

Nada tengo, pero un mundo
enorme veo; mas soy una huella,
un preludio, una luz siempre
encendida en medio del asombro.
© Derecho de Autor María del Mar - 2010


Por el sendero cubano


I
He dejado flores
en mi sendero
para no olvidar
mi camino.
Regreso divino
a los campos
repletos de aves
y algas prendidas
a la orilla del río;
aguas dormidas,
eternizadas
como yo misma
al pie de la vida;
sin pensar
en el presente
sino en el mañana
que tiende a ser
escurridizo.

II
Y dejo de ser
hastío y vuelvo
a sentir el gusto
a la vida
cuando escribo,
cuando soy
un soplo puro
que desciende
hasta cubrir
mis pensamientos
de luz.

III
Mi conceptos
se remontan
a una plenitud
inexistente, falsa
para seguir
viviendo
en mi país
–Cuba–
haciendo un gran
esfuerzo delante
de los dioses
y los pájaros.

IV
He dejado flores
en mi sendero,
para no olvidar
mi camino lleno
de maleza añil,
como las nubes
de tono perfecto
unidas al arado
y al son.

V
He dejado de ser
matiz
para bautizarme
de tinta roja
–como la sangre–,
como una rosa
oscurecida
después de haber
sido arrancados
sus pétalos suaves
y olorosos.

VI
Y sigo dejando
flores alrededor
del silencio,
colmando la vida
de cintas verdes
como la esperanza
para ser trenzadas
a esta espera larga,
hasta el día
en que mis pies
dejen de ser huellas
en la hierba
para convertirse
en alas…

VII
Dejo flores
en el camino
para no olvidar
mi retorno
a la vida.

© Derecho de Autor María del Mar - 2010

3/17/2011

Para contarle al mar



Y ya no he de saber,
si de rojo se pintan
mis labios o de verso
se llena el paladar
de simples palabras.
La palabra que un día
se escapó de mi boca,
para ser diáfana luz,
sedosa de ser como
el agua pura; clara
de abrigarme la piel
desinteresadamente.

Agua que de agua
beben sus contornos
suaves, para estilizar
la voz; la sabiduría
del alma adornarse
de paz y su aliento
rodearse de cuanto
impulso manó
de su chorro manso;
citando un Salmo
desde el río,
para contarle al mar
su hazaña, para alzar
una vela a las cinco
cruces olvidadas,
de callar con lluvia
tierna mi boca
y las palabras.

© Derecho de Autor: María del Mar - 2010

3/13/2011

Míranos, Cuba, observanos...


Vista aérea de Cuba
Cuba, de tu pueblo nace
la hierba madura, la caña,
el plátano y el resplandor.
Brillo enorme que desde
el eje de la tierra emana,
para dar fruto y vivacidad
a tus hijos a pleno sol.

Míranos, Cuba, observa
cuan seca tu tierra calla,
tu Pico Turquino yerra
de no ser el mismo;
tus pinares se han caído,
ya no existe el verdor
sosegado de tu origen…
Te han ultrajado, herido
¡tierra fiel de la Virgen!
y nada puedo hacer más
que llorarte y quererte.

© Derecho de Autor María del Mar - 2009