Seguidores

10/29/2011

Siempre en la noche

Para aquellos que buscan las palabras, la luz del verso purpúreo, las preguntas, las respuestas del alma, aquí le brindo mi modo de expresar el verbo y la existencia en cuantiosas y exquisitas palabras.  Gracias a todos ustedes que me visitan y me dan luz y alegría al comenzar el día; sus comentarios me halagan, me sorprenden y me animan a seguir escribiendo.”   Un abrazo.

                                                                                                                                                    —María del Mar


Siempre, en la noche,
a la hora de la cena,
o cuando comienzan
las estrellas a dibujar
el techo de diminutos
diamantes, viene,
puntualmente,
la venida del viento,
la nube preñada
de palabras,
la dócil y ondulante
imagen, la reina
que viene a ocupar
la nostalgia y la rima
dentro de mi alma.
¡Uhm, no sé cómo
ahuyentarla!,
casi, casi me domina
su besar intranquilo,
satisfecho de la vida
 me alza, y me toca;
su voz alentadora
y franca me adorna
frente a los siglos.
Cuando siento
su taconear, su estilo
de infanta,
no muy convincente
a mi entender, su hilo
de papel me agranda,
su dureza y su nostalgia
me avivan
similar a una flor
de la cima o del alba—;
su espolear
me hiere, me lastima;
no sé, creo me engaña
y me cuelga, me iza
del palo más alto
y me sorprende.
Mas, es cierto,
me pestaña la piel
de su risa,
y me cava la mente,
tal si fuese un grito
salido de una flor
demente o un pistilo
creciendo del centro
de la tierra.
No me deja dormir,
me despierta su eco,
me lanza contra
la pared y me cubre
de sentimientos;
me duele, me muda
de mi soledad
y me habita, me aloja
en una especie
de trono en donde
yo ya no gobierno.
Alegremente me ata,
y me anima y me ve
cuando cruzo la calle
o paso por un lago,
u observo el silencio
del agua y el sonrosar
del alba decir los días,
como si fuese la primera
palabra dicha, expresada
 en el trinar de todos
los tiempos.




© Derechos Reservados/USA
Prohibida la Reproducción total o parcial,
por cualquier medio, sin la autorización de la autora.



ISBN 1-933439-04-4






10/23/2011

Volverás a mí

I
Volverás
vistiendo tus ropas
con que soñé tu cuerpo.
Tu cuerpo fragmentado
de bienvenidas y adioses,
de abrazos y cumplidos,
de cortesías y despedidas,
dentro del pecho.

II
Volverás,
oh, rey de los helechos
a conquistarme en palabras
 –como lo hiciste un día–,
en la fiesta de disfraces,
junto a la nave del viento,
un día en el bosque.

III
Vendrás
¿quién sabe? a darle
tributo a mi noche,
¡única huella eternizada
en un nudo o broche!
de cuerpo desnudo,
silente, fecundo
en el amor desabrigado
de tu nombre.

IV
Oh, ¿Cuántas capuces
vestirán tus hombros,
envejeciendo tu piel
de adolecente? ¿Cuántas
lunas tocarán mi frente
y cuántas deshilarán
tu corona
de diamantes y cruces,
de velas encendidas
sobre tu cabeza?

V
¿Cuántas recuerdos
te alejarán de mis luces,
hijo de rey destronado,
por los inmensos jardines
de la tierra y el ganado?

VI
Hermoso
señor de antiguas
aldeas, de arcos
y flechas, de alhajas
de amor sobre mis pies
descalzos, de promesas
sin respuestas al pie
de mi tumba…

VII
Volverás de nuevo,
y cruzarás las penumbras
a decirme que nunca
herirás mi cuerpo,
con la saeta que levanta
vuelo un centenar
de añoranzas.

VIII
Volverás de nuevo,
con tus ropas y lanzas,
y nos tomaremos
de la mano,
como en la fiesta
de disfraces
en que reímos
juntos.


© Derechos Reservados/USA
Prohibida la Reproducción total o parcial,
por cualquier medio, sin la autorización de la autora.

ISBN 1-933439-04-4