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4/23/2011

Veinticuatro horas

Bello regalo de este poema recitado por Beatriz Salas.

¿Por qué insiste el tiempo
en llevarse un poco de mi?
Deseo no dejar mis signos
dibujados en el aire, como
si fuesen mechones de pelusas
o henos prendidos a la tierra.

Desafiando los días, con terco
abrumo, oigo los retumbos
del mar, para no escuchar
el reloj hacer un intervalo
entre las horas y los minutos.

De nada sirve ver al sol salir,
si soy una varilla que marca
los segundos, con la maestría
que cumple y a la vez guarda,
un último rayo de luz
que se disfraza frente al paso
de los días.

Soy un péndulo incorregible
que se mueve con el tiempo;
una manecilla que estimula
un compás cíclico, un ritmo
errado que dura menos
que un suspiro emitido al aire.

Estoy luchando en contra
del rejoj de veinticuatro horas,
imaginando una gran cruzada
para desviar el sonido senil
de este artefacto ardiente,
que continúa su camino hacia
el infalible arribo de la noche.


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