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4/30/2011

Creo



Creo

Creí en las palabras,
pero ya no creo.
Creo en las mías,
en las mías solamente.

Creo en la Palabra
de Dios: verdadero
vocablo que invita
a vivir en lo sublime.

Creo en el balbucear
de un niño, el silencio
de la noche y la risa.

Creo en la virtud
del pobre y la justicia,
pero no creo que hay
luz ni sol, ni ocaso
en la tierra mía...

Creo en la voz
del silencio, en la onda
de la brisa, en la señal
del crepúsculo,
en el surcar del viento
que me viste.

Creo en el vocablo
hebreo y en el lenguaje
de Dios y los ángeles,
pero no creo en el aire
que ahora respiro.

Creo en el alarido
del pobre y el gemido
del anciano,
en el aúllo de un perro
y en el ruego del niño
indefenso.

Creo en la Presencia
Divina, en la efusión
de los pueblos,
en la paz del universo
y el temblor amoroso
de un beso.

Creo en el amor,
pienso que su esencia
existe, su cálido abrazo
vive y reina por siempre
en la esperanza.

© Derecho de Autor: María del Mar – 2009/2011

4/29/2011

La esplendidez del alba



Grandiosa debe ser la vida,
cuando aún encuentro almas
dándome una mano.
Tiene que ser pulcra su santa
señoría, cuando en el silencio
se levantan las palabras
en medio de las sombras.

Triste es la existencia mía
cuando respiro la sal del mar,
entre el bosque y las calles
llenas de erizos que destilan
hiel en vez de dulzura…

Mas,
puedo descubrir el admirable
rubor de la duda, agudizar
la extraordinaria e íntima
sabiduría, que eclipsa
el celoso crujir del tiempo
sobre la memoria.

Dócil es el incienso que toca
el sensible palpitar del amor,
puesto a hervir en la tina
de la victoria y la añoranza;
de los días por volver
y la dicha que no llega
a ser esperanza.

Simple y afable son los soplos
de apacible gozo: la ternura
de una rosa, la cintura ancha
adelgazando un verso, un culto
al son amado; la voz del mar,
el cimiento rosado que sopla
su aliento en mi regazo.

Aún hay gentes que dicen dónde
duermen los últimos almendros
caídos en la hierba; capullos
de la tierra enredados a la fiesta
de amplio vestido y zapatos
de bajo corte.

Esas son las cosas que busco
en el piso de la noche: el canto
suave de la brisa, la lluvia silente,
un diálogo fervoroso a la luz
de la luna junto al amor...

Es esa la grandeza humilde
a la que me aferro y no se pierde
en los cirios altos: lumbre, sol,
 estrellas y astros comprometidos
y fieles a la esplendidez del alba.

© Derecho de Autor María del Mar – 2009