He deseado quererte, he querido abrazarte
en el invierno y hoy con el abrigo grato
de mis brazos.
Mis brazos ausentes de tantos siglos rotos,
llenos de permanencia en cada ciclo de fino
oleaje sobre tu piel y tu memoria.
He deseado decirte, hablarte de tantas
posibilidades, del ayer sin oportunidad,
del hambre que debilita nuestros cuerpos.
En nuestros días, ya todo es posible,
todo es probable, factible y eterno
como el amor que te he tenido siempre.
He querido llorarte, mas el llanto brota
interrumpido, hipado desde la sombra
que sangra y late; sin la viabilidad
de ser bendecido o dado por Dios
en un mundo lleno de casualidades.
en el invierno y hoy con el abrigo grato
de mis brazos.
Mis brazos ausentes de tantos siglos rotos,
llenos de permanencia en cada ciclo de fino
oleaje sobre tu piel y tu memoria.
He deseado decirte, hablarte de tantas
posibilidades, del ayer sin oportunidad,
del hambre que debilita nuestros cuerpos.
En nuestros días, ya todo es posible,
todo es probable, factible y eterno
como el amor que te he tenido siempre.
He querido llorarte, mas el llanto brota
interrumpido, hipado desde la sombra
que sangra y late; sin la viabilidad
de ser bendecido o dado por Dios
en un mundo lleno de casualidades.
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