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| He aprendido | 
I)
He aprendido que la perfección 
sólo se halla cuando nos enamoramos, 
ahí en fuera, nadie es perfecto, sólo 
Dios es perfecto.
He sabido que la vida deja huellas 
profundas en el alma, mas, las marcas 
más agradables son las del amor 
y la justicia.
He practicado remozar la angustia, 
a dejarla pasar como un río largo;
de no desear sentir las horas o ir 
de visita a un sitio sin nombre, ausente 
de amor o de esperanza.
IV)
He entendido que las palabras falsas 
son dolorosas estacas: dardos mortales 
sobre mi frente y mi espalda.
También he sabido que las palabras 
más dulces y sanas son las que he visto 
izarse  –como una bandera- por mi mente
y mis entrañas. 
VI)
He aprendido a cambiar mi sentir, 
acariciar las veces que he sufrido  
el desamor en el desnudo estar 
de las cosas que amo.
de las cosas que amo.
VII)
He alternado las ansias, para encontrar 
la dicha; el peso del dolor lo llevo atado 
al mar profundo, sobre mis hombros de árbol.
VIII)
He descubierto la vida en un verso, la sombra 
del mutismo se las llevó el tiempo, ahora sé 
que hay refugio en mis simples palabras.
He cultivado mi vida sobre una roca firme, 
y ya nada me urge o me provoca si no deseo
que suceda un caos o una derrota en mi alma. 
He aplicado la ley de Dios sobre mi pecho, 
he cruzado el Mar Rojo una y mil veces
y he salido ilesa del temor y el desespero, 
de la mano de Dios Santo. 
He ensayado a ser justa y reservada; las cosas 
que me hieren las guardo, para siempre,
en mi vientre o en un paño blanco.
XII)
He olvidado el miedo y el ruido
de afuera provocar la pena y el dolor amargo,
(de tal manera) que ya no soy la misma
sino mejor y verdadera.
XIII)
He tocado mi vida con la fe del pobre; la sed 
de quien siente las angustias y las rompe
con el sonido manso del aire y la marea.
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