“Para aquellos que buscan las palabras, la luz del verso purpúreo, las preguntas, las respuestas del alma, aquí le brindo mi modo de expresar el verbo y la existencia en cuantiosas y exquisitas palabras. Gracias a todos ustedes que me visitan y me dan luz y alegría al comenzar el día; sus comentarios me halagan, me sorprenden y me animan a seguir escribiendo.” Un abrazo.
—María del Mar
Siempre, en la noche,
a la hora de la cena,
o cuando comienzan
las estrellas a dibujar
el techo de diminutos
diamantes, viene,
puntualmente,
la venida del viento,
la nube preñada
de palabras,
la dócil y ondulante
imagen, la reina
que viene a ocupar
la nostalgia y la rima
dentro de mi alma.
¡Uhm, no sé cómo
ahuyentarla!,
casi, casi me domina
su besar intranquilo,
satisfecho de la vida
me alza, y me toca;
su voz alentadora
y franca me adorna
frente a los siglos.
su voz alentadora
y franca me adorna
frente a los siglos.
Cuando siento
su taconear, su estilo
de infanta,
de infanta,
no muy convincente
a mi entender, su hilo
de papel me agranda,
su dureza y su nostalgia
me avivan
su dureza y su nostalgia
me avivan
—similar a una flor
de la cima o del alba—;
su espolear
su espolear
me hiere, me lastima;
no sé, creo me engaña
y me cuelga, me iza
del palo más alto
y me sorprende.
Mas, es cierto,
me pestaña la piel
de su risa,
y me cava la mente,
tal si fuese un grito
salido de una flor
demente o un pistilo
creciendo del centro
de la tierra.
No me deja dormir,
me despierta su eco,
me lanza contra
la pared y me cubre
de sentimientos;
me duele, me muda
de mi soledad
y me habita, me aloja
en una especie
de trono en donde
yo ya no gobierno.
Alegremente me ata,
y me anima y me ve
cuando cruzo la calle
o paso por un lago,
u observo el silencio
del agua y el sonrosar
del alba decir los días,
como si fuese la primera
palabra dicha, expresada
en el trinar de todos
los tiempos.
como si fuese la primera
palabra dicha, expresada
en el trinar de todos
los tiempos.