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Creo |
Creí en las palabras,
pero ya no creo.
Creo en las mías,
en las mías solamente.
Creo en la Palabra
de Dios: verdadero
vocablo que invita
a vivir en lo sublime.
Creo en el balbucear
de un niño, el silencio
de la noche y la risa.
Creo en la virtud
del pobre y la justicia,
pero no creo que hay
luz ni sol, ni ocaso
en la tierra mía...
Creo en la voz
del silencio, en la onda
de la brisa, en la señal
del crepúsculo,
en el surcar del viento
que me viste.
Creo en el vocablo
hebreo y en el lenguaje
de Dios y los ángeles,
pero no creo en el aire
que ahora respiro.
Creo en el alarido
del pobre y el gemido
del anciano,
en el aúllo de un perro
y en el ruego del niño
indefenso.
Creo en la Presencia
Divina, en la efusión
de los pueblos,
en la paz del universo
y el temblor amoroso
de un beso.
Creo en el amor,
pienso que su esencia
existe, su cálido abrazo
vive y reina por siempre
en la esperanza.
© Derecho de Autor: María del Mar – 2009/2011