El silencio no es más que un permitir,
un otorgar íntimo, un hablar callado;
un mencionar profundo; un anuncio
entusiasmado desde el eco del alma
que dice tantas cosas.
Y yo te digo, y en la lejanía te llamo,
clamo tu nombre en los portales,
y no te veo ni te siento, ni te escucho
más allá del crepúsculo y la lluvia…
¿Cuándo ha de volver aquel tiempo,
el instante nuestro, el toque bendito
del arpa aguzando el oído de besos;
en la penumbra que nos resguarda
de tantos alientos idos por el sereno
de la noche sin luz?
Ven, siéntate junto a mí, fúndate
en mis entrañas para que el silencio
no sea más que un rumor, o una voz
que calma la ansiedad de no verte.