Te busco
en las rendijas
de las calles,
en la siembra
siempre virgen,
en la quebrada
que desciende
y en el silencio
que me toca.
Te busco
en el suelo
que pisaste,
en la flor
que recogiste;
en el aire
que gozaste.
Si yo pudiera
cantar al amor
sería justo
cantarte,
cercarte al sol
por un instante,
reír y besarte.
Si yo pudiera
decirte,
hablar de todo
un poco –menos
de la tristeza–,
que sólo sirve
para rematar
los abrazos
que recorta
el tiempo…
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