¿Quién podrá entender la vida,
después de rosar la frente
contra el suelo de mis noches
y los días?
¿Quién, en su único desvelo,
¿Quién, en su único desvelo,
iniciará un diálogo o una opinión
venida del cielo en los atrios
del dolor y la alegría?
¿Quién?
Estando ausente conservo la vida,
¿Quién?
Estando ausente conservo la vida,
y alejo la muerte con una coraza
atada a mi suerte y al amor...
Y si hablo del dolor, en un instante
en que nada me alegra o desespera,
llega a mí el perfecto donante,
el eco vivaz de la nostalgia de fina
dulzura.
El viento abre un trecho de ternura
en lo perpetuo, y no hay vanidad
ni revestimiento, ni orgullo, ni piel
que me aleje tu ser de la memoria.
© Copyright/USA
Prohibida la Reproducción total o parcial,
por cualquier medio, sin la autorización de la autora.
Prohibida la Reproducción total o parcial,
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ISBN 1-933439-04-4
Tus palabras son lindas, Maria, tan linda como tu que te conozco y pienso eres mi luz en la lejania.
ResponderEliminarUn beso, hermana.
Como siempre tus palabras son ternura, amargura y esperanza.Espero que el viento abra el trecho de ternura y el viento te devuelva la ternura.
ResponderEliminarQue hermoso, tus poemas son tan bonitos !!!!!
ResponderEliminarTe felicito. Un abrazo. Laura.
"El viento abre un trecho de ternura
ResponderEliminaren lo perpetuo...."
El viento es cómplice de la memoria.
Nos trae en ramalazos ternuras, nostalgias, presencias, ausencias, risas y lágrimas.
Un abrazo.